Un sueño calido

Caminaba entre sombras; olía a yerbabuena...

Me tomaste por la espalda, te bese la mejilla y acaricie tu rostro que descansaba en mi hombro. Tomaste mi mano y solo vi tu silueta guiándome a algún lugar mas privado. Donde solo había una cama, una antigua mesa y libros apilados.
Me tiraste sobre el colchón mientras me susurrabas al oído la historia de un leñador...
Yo, jugueteaba con tus cabellos, olías a moneda, a billete viejo a madera fina.

Desabrochaste mi vestido, me apretabas a tu cuerpo, podía oír tu respiración, tu voz se volvió ronca, musitabas sin parar una mezcla de obscenidades y palabras cariñosas.

Tu camisa empapada golpeaba ritmicamente mi pecho desnudo, mis movimientos compasaban con tus besos, tus manos bailaban entre mis piernas; te desnude mientras tu acariciabas glúteos, cintura, pechos y manos.
Asfixiada, respirandote a bocanadas, apretándome a ti; manche de rojo tu espalda y tu en ese arrebato de dolor y placer frenetizabas tus caderas...
Pensé morir aplastada, machucada por tus huesos, atragantada por tu olor.

Algo en mi se abría....
Me hiciste tuya cuidadosamente y en cada movimiento me regalabas un beso.
Un mar en mi interior...
Te frotabas contra mi mas y mas deprisa, en un incomparable y sincronizado paroxismo de gemidos...

Lanzaste un grito naciente del mismo centro de la tierra y así nos regalamos el mejor orgasmo.
Te desplomaste a mi lado, me acariciabas el pelo mientras susurrabas que habías esperado por mí.

Un sonido desvaneció aquel encuentro, conteste la llamada, escuche tu voz y la realidad se confundió con la fantasía...
Colgamos... imagine que dormía contigo de nuevo y abrace la huella de tus hombros y caderas inventivas.